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El amor no se fuerza
En el silencio de la noche, mi alma susurra,
el amor no se fuerza, fluye como el agua pura.
No es para mí, dice el corazón con premura,
mientras tus mensajes, como estrellas, ya no perduran.

Los dejas en visto, sin una palabra, sin una cura,
la conversación muere, la distancia se asegura.
Alejándote de mí, como sombra que se oscurece,
fui un payaso al creer, en un amor que adormece.

El amor es un arte, no una ciencia exacta,
no se mendiga, ni se compra, ni se pacta.
Es un vuelo sin alas, un cielo sin mapa,
un juego de azar, donde a veces, uno se atrapa.

Así aprendo que el amor, cuando es verdadero,
no se fuerza, no se ruega, es un sentimiento sincero.
Y aunque duele aceptarlo, aunque el alma se quiebre,
mejor es liberar, que retener lo que no se quiere.

Ahora me enfoco en mí, en mi propio resplandor,
te dejo ir, libre como el viento, sin rencor.
Seré ese amigo de lejos, que en silencio estará,
no te molestaré más, en paz te dejará.

Creceré en mi soledad, como flor en el desierto,
aprendiendo de la vida, su más valioso secreto.
Que el amor propio es fuente, es el tesoro más cierto,
y en este viaje solitario, a mí mismo me encuentro.

Así, con paso firme, en mi camino avanzo,
dejando atrás las sombras, hacia la luz me lanzo.
Y aunque tu recuerdo a veces, en mi mente danzo,
sé que es mejor así, y en mi corazón lo abrazo.
©Ronald Iriarte