...

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Valentía Frágil
Días donde el viento
sopla con fuerza
y las dificultades
se ciernen sobre mí,
anhelo inhalar profundamente,
permitiendo que la calma
y la paz fluyan en mi.
No deseo ser arrastrada
por la marea de pensamientos
que amenazan con consumir.
Más bien, anhelo descansar
y comprender que el control
sobre todo es inalcanzable.

En este instante,
decido abandonar
mi papel de fuerza inquebrantable
y me sumerjo en
mi propia vulnerabilidad.
No lo veo como defecto,
sino una necesidad
vital para recargar.
Detenerme en mi camino
y sentir la fragilidad.
Reconozco que ser vulnerable
no es sinónimo de debilidad,
sino un recordatorio
de mi simple humanidad.

Dejo atrás la guerra interna
y me abrazo como una aliada.
Reconozco y celebro mis logros,
Todo gracias a Su fuerza.
A través de este amor propio,
encuentro sanación y dicha
en el reconocimiento
de que soy suficiente tal como soy.

© Yadira Rodriguez