Por aspiraciones monárquicas más allá de la devoción
soy un fiel seguidor del ego;
mentiras a ojos de Hume
yo soy dios,
por deseos de poder y orgullo
teñidos en mí por la propia tierra,
una lucha constante de mi über-ich,
de letras que hablan a mis espaldas
de eso y la observación
y de la paz más pura;
deseos vacíos de tinturas trasparentes,
mi voluntad es agua y dejadez,
fantasías escaldadas
donde la lucidez no es más que una absurda maldición de complaciencia ajena,
un obstáculo más que pienso superar aunque mi voz se vuelva puro ruido:

Contradicción,
con tradición,
soy una afrenta a la estupidez
y todos imbécil odiará verme viva,
lo que no se puede entender... si no te has parado a hablar,
una perversión a positivo de la sociedad una inversión de roles
y de arquetipos pero ello,
por diversión,
para el folclore una vuelta a un mítico pasado,
pero para mí...
No es nada más que un ejercicio de libertad;
y su negación no hace más que reforzar mis frágiles creencias;
y si mis propios enemigos a personal,
mentirosos e interesados de complaciencia y opresión,
fueran ha decirme que he de vivir,
me mataría y vertería toda mi sangre por encima de los rostros de sus hijos.

De imposibilidades va este cuento,
de como nacen las reinas de paises vacíos,
pero no aquella imagen que ahora ves
no esas tonterías de poca dignidad;
la auténtica autoridad moral
heredera de todo lo que brilla y es dorado,
el yo palidece ante mi grandeza
y soy un crisol de penurias que pude circunnavegar,
en una estasis de inmoralidad y apatía
rugiendo como un león;
en constante oposición.

© León de León