...

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Ya no hace frío
Voy a tu encuentro.
Aún con la esperanza fresca, serena.
Después de siete largos y despiadados inviernos de no saberte.
Habituada a tu estela, al frío de nuestra despedida cristalizado en cada arista del andén.
Ciudad sureña sin nieve, pero con la cellisca recrudecida de tu ausencia tapizando la estación; destellos de tu silueta enmudecida, un pasajero eterno entre tantas almas viajeras que se deslizan ralentizadas sobre nuestro crónico frío.
Fue tu mensaje el que encendió la hoguera:

"Lo que me prometiste no se cumplió. El tiempo no se hizo cargo.
Si vos tampoco olvidaste, sabés donde te espero."

Quise gritarle al mundo mi alegría.
Derretir el témpano en mi interior, allí donde guardé mi amor entero permeado por el miedo y la cobardía.
Esta vez (motivada por tu determinación) no permitiría que mi temor fuera el vencedor.
A fuerza te mantenías como un recuerdo pálido en la noche, y ahora con la posibilidad restaurada, aquella que pensaba nula, tu idea entera reverdece.

Las aves alrededor de mi equipaje emprenden su propio vuelo. Quiere imitarlas mi ilusión embravecida, que desbordada en mis párpados y apenas contenida por los límites de mi cuerpo, desea ser liberada cuanto antes entre tus brazos.
Sí, voy camino a reencontrarnos; no lo creía factible y ante la rebrotada oportunidad mi ser se regodea.
Y ahora en este mismo andén, donde siete inviernos atrás mi orgullo desunió nuestro andar, ya no hace frío.


© Dafne A.L

#prosapoética