...

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SUFRIDA
Tú, mujer de penas largas,
que has venido velozmente,
y por espesas situaciones amargas
una tristeza te saluda alegremente.

Oh mujer de penas largas,
tan largas como tus bellas cejas,
yo quiero que a un mundo te embargas
y dejes esa oscuridad que te reflejas.

A nadie tienes, a nadie le importas,
estás más sola que una sombra vacía,
perdida, vagando, ánima que soportas
el frío del campo y su melancolía...

Estás llena de virtud, pero en ese espejo
no te ves, sino en el que está roto,
yo soy un joven con alma de viejo,
y tú una rosa queriendo ser un loto.

¿Por qué estás así, en esas condiciones?
¿Será que tus expectativas fueron más
grandes que la realidad de tus decisiones
y por eso vives como una pobre al ras?

¿No tuviste poder de voluntad?
¿Por qué te fuiste de tu tierra
para ir a un lugar vacío? ¿Por vanidad?
¿O creías que la puerta no se cierra?

Ha sido tu decisión al fin y al cabo,
debes vivir con ello y buscar lo mejor,
no te quedes ahí hermosa, o serás el clavo
de la vida que te martillará sin pudor.

Pero no me busques, que no soy tu hombre,
no me malinterpretes, pero no soy bueno,
olvídate de mí, olvídate de mi nombre
y que existía, yo puedo ser un veneno.

No insistas, aún queriéndote te alejo,
no podría ser tu cura ni tu guarida,
tan solo soy un joven con alma de viejo,
y tú un cisne negro, una mujer sufrida.

Lo nuestro fue fugaz como el viento,
el oleaje, la lluvia, un incendio forestal,
el destello de un cometa violento
o la luz de la luciérnaga nocturnal.

No lo tomes a mal mujer de carencias
buenas, si quiero verte en un paisaje,
esplendoroso y plagado en esencias
criollas como tus pompas, salvaje.

Quiero que seas feliz y salgas de ahí,
del hueco en el que estás metida,
ya por favor, para de sufrir así
y de vuelve a tu alma ese frescor de vida.

Pero me despido de ti, porque así soy,
un peregrino que no le importa la vida,
olvídate del mañana y concéntrate en hoy,
que la vida continúa, mujer sufrida...


© Sulmon