Cuando el dolor blande su espada de agonía
no existe coraza que resista su estocada...
el corazón muere en silencio y en apatía
y en oscuridad se extravía en la nada.

Late porque su naturaleza así se lo exije
aunque rojo llanto lo siga despedazando,
son las reglas de sobrevivir las que lo rigen
atado a un amor que en la lejanía lo sigue asesinando.

Y continúa palpitando con suspiros de amargura
esperando aquel milagro que libere su pesar...
despojado de su autoestima y armadura
ha perdido las fuerzas de volver a comenzar.

Tanto llegan a doler sus profundas heridas
que dicho dolor en cierto momento, ya no lo siente...
cicatrices en su carne quedarán adheridas
las que llevará hasta el día de su muerte.

De su letargo un día cualquiera despierta
ya no siente ese sentimiento que lo apresaba,
se da cuenta que esa puerta siempre estuvo abierta...
y por fin de sus cadenas de acritud se liberaba.

Y llega la hora de volver a latir en plenitud
con la fuerza del deseo que ha recuperado...
aunque el tiempo le haya robado su juventud
en la tarea de un amor...que ha sido sepultado.


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