...

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Zuri
Estaba extasiado de tanta buena voluntad que daba hasta asco. La sonrisa parecía que la tenía tatuada, parecía ser que nunca dejaría de sonreír.
Por mi parte pensé que estaba siendo ridículamente un payaso, pero no, no estaba ni cerca con mis pensamientos. Realmente estaba enamorado.
En los días siguientes su sonrisa se iba desvaneciendo y, lo que parecía una buena historia de amor se estaba convirtiendo en una tortura.
A Carlos le gustaba Zuri. Carlos pensaba que Zuri era una especie de ángel que venía a desatar todas sus miserias, todas sus penas, todos sus miedos para dejarlos libre y poder ser otra persona. No estaba errado en sus pensamientos, pues así era...
Pero el miedo es un sentimiento que no es fácil de dejar ir, sintió miedo a que ese ángel se asustara de toda la carga emocional que llevaba en su espalda.

Carlos leyó un día una frase muy particular que estaba grafitada en un muro, la frase decía "El amor está en el aire, se valiente y atrápalo", al leer eso se dibujo en sus labios una sonrisa débil y en sus ojos que parecía una ventana empañada por dentro y empapada de lluvia por fuera se podía ver que la ironía de la vida se lo estaba consumiendo.

Zuri, por otro lado pensaba en Carlos como un hombre que podía calmar sus ansias de ser querida y respetada, que podía encontrar en el un remanso de paz para que su alma y corazón lleno de cicatrices pudiera descansar y sanar.

Sus almas está noche se encontrarán frágiles y dispuestas a ser valiente una vez más para poder encontrarse con sus miradas y poner fin a la agonía de sus corazones maltrechos.

La noche empezó y terminó al alba con sus corazones bailando sobre los pensamientos de cada uno y sus sonrisas fueron solo una y atrevidas se burlaron de las soledades que ofrece el invierno.

© skaandre