...

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Centinela
En el silencio de un cuarto solitario,
una vela se alza, esbelta y serena,
con una llama que danza al compás del aire,
un pequeño faro en la vastedad de la penumbra.

Esta llama, un destello de esperanza,
arde con un propósito más allá de la luz,
consumiendo la cera, se eleva y susurra
una petición encomendada al cielo.

La llama conoce el camino,
es la guía, la portadora de deseos,
abrazando la mecha, sostiene el secreto,
un mensaje ardiente que asciende a lo divino.

Con cada parpadeo, con cada chispa que se eleva,
la llama lleva consigo la esencia de una súplica,
un sueño que se funde en el calor de su fuego,
una promesa que se desvanece en el éter.

Y así, en su ardor silencioso,
la llama de la vela se convierte en guardiana,
una centinela de los anhelos más profundos,
hasta que su luz, finalmente, se une a las estrellas.


© F4our