Aquella mujer
acomodada,de la alta sociedad en su época dada;
yacía en un féretro caoba
y roble,digno de la mujer que adentro yacía blanca,blanca
cara cadaverica
rodeada de ramos de rosas
y de flores exóticas ,olorosas.
El carro acelerado,pasa un semáforo rojo aún no en verde,el desgraciado
por poco enviste
a un indigente que pasaba.
Llega a su casa
ya la comitiva esperaba
amigos ,familiares
discretamente,sus amantes
curiosaban su rostro bello que aun se conservaba;
miraban y se admiraban
como el choque
que dejó desecho el coche,
su cuerpo no fue deformado y destrozado.
Colocan cal y sal
alrededor del féretro
para alejar fantasmas
o almas en pena cercanas.
Al mirar alrededor,
Yo,el enterrador,
mi vista descubrió
el deslumbrante lujo
millonario,
semiabierto,un armario
anticuado, antigüo y caro,
etiquetas colgando
de aquel ajuario
de ropa de marca
aún no extrenada
y que nunca por ella sera
ya usada.
Lágrimas falsas corren,
risitas de indiferencia
ignorando el dolor
del amor de la finada
de quién ahora la extraña.
Baúl el corazón vacío
pero de recuerdos y sentimientos vanos
y sentimientos buenos humanos,
al fin y al cabo
sus valores materiales serán subastados,
y quizá un recuerdo vago
en sus parientes
amigos y amantes
la habrán olvidado.





© José Luis Trejo"pegasso".