El deseo que no debí pedir
En vísperas de mi onomástico, cuando las velas apagan la oscuridad de la noche y el pastel endulza el final del día, una sola cosa se debe hacer, solo una cosa hay que hacer bien: pedir un deseo. Ambicioso, pero no tanto como el que le pides a una estrella fugaz. Uno debe analizar bien qué desea y las repercusiones de desearlo, pues al tenerlo, no hay vuelta atrás.
Ahí estaba yo, con mis manos unidas frente a mí. Mis seres queridos, aquellos que más me...
Ahí estaba yo, con mis manos unidas frente a mí. Mis seres queridos, aquellos que más me...