...

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No todo es lo que parece
El sol se alzaba sobre el horizonte, pintando el cielo de tonos cálidos, mientras las sombras del pueblo Australiano Tilba se disolvían lentamente.
Para Ava, aquel amanecer siempre significaba el comienzo de un día lleno de promesas en un pequeño rincón del mundo.

Recostada en la baranda de la vieja casa familiar, dejando que los primeros rayos de sol acariciaran su rostro. La brisa del cercano mar llevaba consigo su peculiar aroma a sal, mezclado con el leve zumbido de la naturaleza, envolvía los sentidos de Ava. Observando a lo lejos las altas montañas que fueron testigos en toda su infancia. Suspiro absorta por la belleza de aquel paisaje que tenía ente sus ojos.

En cada árbol, en cada callejón hay una historia; algunas tristes, otras divertidas e incluso aburridas, pero historias.
Es entonces cuando Ava se da cuenta de que está echando de menos algo más, aún no sabe que es, pero lo anhela con todo su ser.

De repente, sacándola de sus pensamientos aparece la figura de un hombre que le resultava familiar, nada menos que su mejor amigo Blake.
-Se puede saber en qué piensas Ava?- le pregunta observándola con mucha curiosidad.
-Siento que hay algo más hay fuera Blake, algo que aún no se que es-
Blake asintió, cómo si compartiera esa sensación.
Juntos observaron aquel precioso pueblo al que llamaban hogar, pero que ahora solo parecía tener secretos escondidos para ellos.

-Porque no lo descubrimos juntos?- se atreve a pronunciar Bleak extendiendo su mano hacia ella.

Ava sonrió aceptando la mano de Blake. Y así, sin darse cuenta, es como empiezan su viaje hacia lo desconocido. Este día marcaría sus vidas para siempre, aunque ellos aún no lo saben.