En la penumbra de mis pensamientos errantes,
Me asaltan dudas, interrogantes constantes,
Preguntar parece un acto sin sentido,
Pero las sombras en mi mente han crecido.

El "¿quién soy?" se torna un enigma profundo,
Una búsqueda incesante, un misterio sin segundo.
A través de la neblina de la introspección,
Busco respuestas en mi propia reflexión.

Ningún hombre escapa su propia historia,
Así lo dijo Rango, en toda su euforia.
Héroe o no, talento o carencia, poder o humildad,
Soy el protagonista de mi propia realidad.

No es la apariencia lo que me define en verdad,
Sino lo que pienso, lo que creo, lo que soy en realidad.
Y así, en un día de dudas y tormento,
Otra pregunta aflora, mi origen y fundamento.

¿De dónde vengo, qué raíces me atan?
De mi madre provengo, mas algo me falta.
No siento el amor que otros parecen tener,
Como si no encajara, sin entender por qué.

Abrí Pandora, me adentré en un vicio oscuro,
Un lugar sin fin, donde el tiempo es un apuro.
El siguiente día, con el alma hecha trizas,
Me planteé: ¿Qué es la paz, en medio de mis cenizas?

La paz, comprendí, es rendirse sin claudicar,
Aceptar el pasado, sin olvidar ni abandonar.
No somos daño, amor no recibido, ni dolor,
No cargamos pesares como eterno fardo opresor.

Nuestro ser es lo que decidimos crear,
Con cada elección, con cada paso, sin temor.
La paz interior, un proceso de fusionar,
Nuestra historia con un presente que podemos amar.

En el camino de preguntas y respuestas entrelazado,
He hallado claridad, aunque confuso y alterado.
Reconocer la vida vivida, su luz y su sombra,
Es el camino hacia la paz, un encuentro con la alfombra.

Así, entre la neblina de la reflexión profunda,
He llegado a la conclusión, y el alma se inunda.
A través de cuestionamientos, creció la comprensión,
En cada pregunta, hallé un destello de mi redención.
© HAYST