En el pasado, un collar se perdió,
tal vez por descuido, quizás se esfumó.
No olvido, ni desgaste en la piel,
sino en el alma, donde el amor es fiel.

Siempre colgando, como promesa en el viento,
una joya perdida, un suspiro en el intento.
Guardarlo más, solo al evocarlo,
podría aún tenerlo, sin dejarlo desgastado.

Comprendí así, como un collar en la sombra,
te desvaneciste, sombra que el corazón nombra.
Quise tenerte, parte de mi esencia,
sin buscar más, solo en la sutil paciencia.

Con nuevos collares, el cuello se adorna,
historias tejidas, como una eterna morna.
Los luzco con gracia, aunque el miedo acecha,
temor de perder lo que el corazón estrecha.

A veces dudo, no por desagrado,
son mis favoritos, pero algo ha cambiado.
No quiero perderlos, ni en el cuello ni en el alma,
quizás solo temo perder lo que el recuerdo embalsama.

En el vaivén de emociones, donde todo se abraza,
se entrelaza el poema de la joya que se desgrana.
En la incertidumbre, en la espera y la danza,
surge un nuevo collar, marcando una nueva esperanza.