En esta oscura noche donde el cielo está plegado de estrellas, la luna está a medias y el frio me consume el poco calor que quedaba de mi cuerpo.
Puedo perderme otra vez, puedo caer en lo que siempre caí, una y mil veces más.
Sentir ese vacío existencial, el mismo que te dejan las personas que ya no están, el mismo que te deja el universo cuando tiene preguntas sin responder.
Estamos vacíos, estamos viviendo una vida que se hace pasajera pero sabemos muy bien que hubieron momentos irrepetibles, y que lo sentimos alguna vez muy difícil volvamos a sentirlo.
Lo peor de todo es volver a levantarse en esos momentos. Estabilizar y darle dirección a la nave de donde estamos porque el espacio es más cabron de lo que creímos.
Somos energía, somos todas las fases de la luna y dentro nuestro también somos estrellas vivas.
Tenemos con nosotros guardado lo que no todos saben, y si lo saben es porque lograron llegar a nuestro destino. El conocimiento nunca muere y tampoco la forma de conocer, porque no todos llegan a conocerte de la misma manera y no todos tienen la forma para hacerlo.
Seremos luna y sol por dentro, al mismo tiempo quizás. Pero lo más importante es que nadie es reemplazable en el mundo porque somos únicos.
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